martes, 26 de mayo de 2009

Shakespeare, o el poeta.

"Todo Genio halla los materiales acumulados, y su poder consiste en simpatizar con su pueblo y en tener afición a los materiales que éste trabajo. ¡Cuánta economía de poder hay en esto! ¡Qué compensación por la brevedad de la vida! Todo se lo encuentran hecho sus manos. El mundo le ahorro la mitad del camino. Vino antes que él la humanidad y allanó los montes, elevó los valles y unió las riberas de los ríos. Hombres, naciones, poetas, artesanos, mujeres todos trabajaron para él, y él se aprovecha de sus trabajos. Pero suponed otro hombre que esté fuera de la línea de la tendencia, fuera del sentimiento nacional y de la historia, y éste tendría que hacérselo todo por sí mismo. Gastaría sus facultades en preparar la materia. Pudiéramos decir que el genio no consiste en ser original, sino en ser receptivo, en dejar que el mundo lo haga todo, y en permitir al espíritu de los tiempos que pase libremente por su inteligencia.
La juventud de Shakespeare vino a tiempo. Era cuando el pueblo inglés se veía molestado en sus entretenimientos dramáticos. La Corte se ofendía por las alusiones políticas y pretendió suprimir los teatros. Los puritanos, partido robusto y enérgico, y todos los hombres religiosos de la iglesia anglicana, quisieron igualmente suprimirlo; pero el pueblo los necesitaba, y en los patios y en las posadas, en los corrales y en cualquier improvisado tablero, hacían sus representaciones los cómicos de la lengua. El pueblo había tomado gusto a esta nueva diversión ; y así como hoy ninguna fuerza civil o religiosa podría suprimir los periódicos, así tampoco entonces podía ser suprimido un órgano que era a un mismo tiempo balada, epopeya, noticiero, club, lectura, diversión y librería . Y, probablemente al rey, a los prelados y a los puritanos les tenía cuenta conservarlo y dirigirlo. Por todas estas causas, el teatro llegó a ser de un interés nacional...
Shakespeare, lo mismo que sus colegas, creyó hallar en esta masa informe de viejos dramas un vasto almacén que podía ser muy bien aprovechado. No existía entonces el "prestigio" que rodea y cerca hoy a la tragedia. La viva sangre de Inglaterra circulaba en el drama como en los cantares de la calle , y daba cuerpo y forma a su área y mayestática fantasía. El poeta necesita afirmarse en el suelo de la tradición popular, pues que trabaja para el pueblo. Pide al pueblo terreno y materiales para su obra; y allí pone la fuerza de toda su ardiente fantasía...
Conoció Shakespeare que la tradición suministra mejores fábulas que la inventiva privada. No había entonces esta petulante demanda de originalidad. No había literatura pública; no se conocía la prensa barata. Un gran poeta que aparece en tiempos no literatos, absorbe en su esfera toda la luz que de cualquier parte irradia. El presenta a su pueblo toda alhaja intelectual, toda flor de sentimiento, llegando a confundirse en memoria con sus facultades creadoras. Le importa poco de dónde se derivan sus pensamientos: háyanle venido por traducciones, o por leyendas, o por viajes, o por inspiración, lo mismo le da: hállalos cerca de casa. Otros dijeron cosas tan buenas como él; pero las dijeron mezcladas sin discernimientos con muchas malas. pero él ve el resplandor de la piedra preciosa, y la pone en alto para que se luzca. Lo mismo hicieron Homero, Chaucer y Saadi; sintieron que el talento de los demás era el suyo; fueron archiveros e historiógrafos tanto como poetas...
La Sociedad shakespeariana ha hecho numerosas investigaciones, averiguado noticias, establecido premios; pero ¿qué obtuvo? Aparte de algunas importantes ilustraciones a la historia del teatro inglés, no veo más que algunos hechos referentes a la propiedad y vida privada del poeta... Pero el único biógrafo de Shakespeare es Shakespeare; y nada puede decir , sino al Shakespeare que hay en nosotros, esto es a lo más compresivo y simpática de nuestra alma. Pero él no puede bajarse de su trípode para darnos anécdotas de su vida. Leed los antiguos documentos descubiertos , analizados y comparados por los estudiosos Dyce y Colier; y leer luego una de estas sentencias que como aerolitos bajan del cielo y se clavan en el corazón del hombre y le descubre su destino; y decidme: ¿quién lleva la ventaja? ¿Cuál es la mejor historia?
Así, pues, aunque sea tan pobre nuestra historia externa, sin embargo teniendo por biógrafo al mismo Shakespeare en lugar de Aubrey y de Rowe, sabemos realmente la noticias que necesitamos, las que describen su carácter y su fortuna, la que nos importaría conocer si como él viviéramos. Sabemos así su opinión acerca de las cuestiones que nos tocan en el corazón: acerca de la vida y de la muerte: acerca del amor, de la riqueza y de la pobreza; acerca de todas las cosas de la vida y del camino para llegar a ella; acerca de los caracteres humanos y de las influencias ocultas o manifiestas que afectan a su destino; acerca de estos misterios angélicos o demoníacos poderes que desafían nuestra ciencia, y que sin embargo entretejen su malicia o sus dones con nuestras más brillantes horas.
¿Quién, lea el libro de los Sonetos, no halla que aquí reveló el poeta, bajo máscaras que no lo son para el entendido, la ciencia de la amistad y del amor, y la confusión de sentimientos en el más susceptible y más intelectual de los hombres ? ¿Qué rasgos de su alma no nos muestra patente en sus dramas ? En sus amplias pinturas de caballeros y reyes, advierte cualquiera qué formas de la humanidad le agradaban, cómo se complace en los amigos, en la hospitalidad, en la generosidad, en le cariño. Respondan por su gran corazón Timón, Warwick y Antonio. Lejos de ser Shakespeare desconocido, es al contrario, la persona que mejor conocemos en la moderna historia. ¿Qué punto de moral, de costumbre, de economía, de filosofía, de religión, de crítica, de vida práctica, no dejó él establecido? ¿De qué misterio no descubrió el sentido? ¿Qué oficio humano, qué obra de hombre no nos ha descrito? ¿A qué rey no ha enseñado gobierno como Talma a Napoleón? ¿ A qué joven delicada no enseñó delicadeza? ¿A qué amante no enardece? ¿A qué sabio no ilustra? ¿A qué caballero no añade hidalguía?...
Para la creación poética Shakespeare es único. No es posible otro mejor. Fue el autor de más autoridad. Su fantasía y su poder lírico igualan a su sabiduría de la vida . Revistió a sus criaturas de formas y sentimientos, como si hubieran vivido siempre bajo su techo; pocos hombres de la realidad han dejado caracteres tan distintos y de tanto relieve. Sus universales tipos usan de un lenguaje tan dulce como oportuno. Sin embargo, nunca se dejó seducir por sus talentos; nunca apuró la frente. Su omnipresente humanidad coordina todas sus facultades. Encargad a un hombre instruído que os cuente una historia, y siempre aparecerá su parcialidad. Tienen sus observaciones, sus opiniones, sus tópicos, y no ve la hora de exhibirlos. Aquí añade, de aquí quita, no según la importancia de las cosas, sino según la cuantía de sus fuerzas. Pero en Shakespeare no vemos singularidades ni tópicos importunos, todo va con medida; ni nervios ni rarezas, ni naturalista ni amanerado, no descubren egotismo; las cosas grandes dícelas a lo grandes, las pequeñas como subordinadas. Es sabio sin énfasis; es fuerte con la fortaleza de la naturaleza, que lo mismo reposa sus manos en las laderas de una montaña que en las burbujas del agua, y lo mismo hace una cosa que otra. De ahí su sereno poder en la comedia, en la narración, en la tragedia y en las canciones amorosas; de ahí su mérito tan alto y tan incesante, que cada lector duda de que los demás lo comprendan.
En Shakespeare hallamos perfecto poder representativo: dejamos que los objetos pueden para otros retratos. No podemos dar la receta de la confección shakesperiana; pero se demostró la posibilidad de traducir las cosas en armonía. Su poder lírico reside en el espíritu de la obra. Los sonetos , aunque su excelencia es eclipsada por el resplandor de sus dramas, son tan imitables como éstos; su mérito no está en el verso, sino en la pieza; son el lenguaje y timbre de los seres poéticos. Tan imposible es hoy imitar una de sus cláusulas, como uno de sus poemas..."

lunes, 4 de mayo de 2009

HECHIZO

Fijo mis ojos en los tuyos, y al hacerlo,
me apiado de mi imagen que ardiendo está en tus ojos;
mi imagen ahogada en transparente lágrima
descubro cuando miro mas abajo;
si tuvieses la habilidad perversa
de matar con imágenes hechas y maltratadas,
¡cuantos modos tendrías de hacer tu voluntad!

Pero tus dulces lágrimas salobres ya he bebido
y, aunque derrames mas, me marcharé;
si se borra mi imagen, se borran los temores
a poder ser dañado por tal arte;
y aunque guardes de mi
algunas imagen mas, se encontrará,
por estar en tu propio corazón, libre de todo mal.

John Donne


LA CONTRADICCION

Inspirado en el Poema de John Donne (Hechizo por una Imagen)

La imagen de la contradicción, se mira en tus ojos
color de lluvia seca
y mis sentidos son una colmena de placeres,
a punto de estallar.
En la fresca sonrisa que tu llanto oculta,
se esconden mis secretos
taciturnos, melancólicos, felices, entremezclados.
Torbellino de evocaciones que se disputan tu AMOR.
Amor mordaz y abrasivo, amor seda, amor dulce, silente,
auténtico y desmedido,
amor soñando amar.
Tuyo es el poder de las imágenes,
tuyo el poder de una metáfora
y desde mis ojos a los tuyos, no existe brecha,
solo una máscara en la intuición de tu mirada.

ZAFIRO

UNA MEDITACION SOBRE LA MUERTE

"Nadie es una isla, completo en sí mismo;
cada hombre es un pedazo del continente,
una parte de la tierra(...)
La muerte del cualquier hombre
me disminuye porque estoy ligado
a la humanidad;
por consiguiente nunca hagas
preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti"

John Donne
ZAFIRO

MANIFIESTO BARROCO

" LA IMAGEN DEL MUNDO Y DEL HOMBRE"

Partiendo de la idea de imagen, vista como signo y como símbolo, la imagen del mundo barroco tiene en su haber, infinitas connotaciones que nos remiten a conceptos contradictorios, y mas que eso; a causas diversas que generarán consecuencias, según las circunstancias a las que obedezca el ámbito social, económico, religioso, ideológico-filosófico, entre otras en el plano cultural. Hablar de lo barroco, es hablar de la expresión del arte, del sentimiento ligado al sufrimiento, de una inquietud que mueve las acciones del hombre, de una búsqueda interior, de un encuentro y una necesidad de identificación con lo exógeno, es tener una conciencia de la crisis, en un momento específico, tener clara la imagen de una época que puede verse representada aunque no en su totalidad, en sus valores y apreciaciones particulares. La idea del barroco nos hace pensar, en el teatro de la realidad, al barroco le interesa exponer la locura del mundo al revés, aludiendo con ello su idea contraria. Este descontento del mundo y sus cotidianas contradicciones, hacen de la cultura barroca, una sociedad que vive inmersa al cambio, creando un estado de inestabilidad y un sentimiento de desasosiego, que afecta al hombre, a sus semejantes y a su entorno. El mundo atacado por sus males sociales, subvierten los valores y principios morales, pues el hombre solo es amigo de su provecho, de su ventaja, de su propio interés. El mundo frente al cual se ve, es uno confuso, alterado, adverso, como en un laberinto sin salida, y como una fiera acorralada, responde con violencia, con egoísmo, vileza cruel y maligna, evocaciones de su lado oscuro y negativo. En la cultura barroca del siglo XVII, la violenta competencia lleva al hombre a enfrentarse a su homólogo, su actitud caníbal, descarnada, despiadada frente al dolor ajeno, reportan su conducta mal sana y criminal, esta depravación hace que el hombre infrinja la norma establecida por la sociedad, aunque muchas veces es esta misma quien impulsa al hombre a cometer estos delitos muchas veces institucional izadas en función de una causa mayor que lo demanda. La desconfianza, al egoísmo, todo forma parte del mismo capital. El hombre ciego ante sus verdaderas posibilidades de equilibrio y evolución. La incertidumbre del mundo dinámico, mundo barroco que se adapta a las condiciones existentes, a sus opuestos y necesidades expresivas, para renovarse.
El hombre barroco aprender a reinterpretar el mundo de sus sentimientos contrarios y experiencias muchas veces dolorosas, pesimistas, alegres, esperanzadoras, como parte de una tragicomedia, y desde el teatro de su vida maltrecha, se burla de sí mismo y del entorno social de su época, pero su habilidad estará en reconocer la transformación de todo lo creado, acoplando sus inquietudes y experiencias a una mejor disposición que permita encontrar y fusionar una evolución mas armónica y conciente, que le permita construir su propia versión del mundo que lo rodea. El hombre según se piensa , es un en el siglo XVIII, es un individuo que lucha consigo mismo, es un ser agónico, pesimista, que tiene una visión de muerte particular mas allá del elemento doctrinal y preparatorio hacia un tránsito, pues significa una forma adversa a la vida. La muerte que amenaza desde su atuendo iconográfico a través de la calavera, nos recuerda con increíble asecho y afección nuestra condición humana y mortal, sutil represión de la psiquis, para los que están vivos y como si esto no fuese suficiente, lo inexplicable, lo enigmático, lo desconocido lo paraliza sin remedio, el mas allá.
La vida como concepto que se contrapone a la muerte, es un contínuo cambio, una contínua búsqueda de respuestas e interpretaciones, donde lo utilitario tiene su espacio, pero también su inspiración creativa y renovadora. Pues el hombre se hace copartícipe de las obras que realiza, porque a través de sus juicios de valor y experiencias, forma un criterio propio, práctico y mas humano. De la misma manera, el hombre barroco debe preocuparse y ocuparse de sí mismo, es decir, debe paralelamente madurar e ir construyendo en ese hacerse de sus propias vivencias, su propia historia.
Los fenómenos progresistas que se dan en los Estados modernos nos llevan a pensar, que esta consige su fértil gestación a través del concepto de libertad, y con ello, en la capacidad de elegir y adecuarse a los cambios profundos y continuos a lo que se ven expuestas las sociedades y las épocas. La libre competencia por ofrecer bienes y servicios en post de sus intereses, lleva al hombre a pensar en una calidad de vida, sin embargo la naturaleza del mismo dejará desprovisto a muchos de sus semejantes, en la vil competencia, empobreciéndolos. El hombre barroco inmerso en tales resultados antagónicos se debatirá entre su propia naturaleza inherente de supervivencia, salvaje y su nuevo enfoque evolutivo, para poder elegir el camino mas idóneo a su aprendizaje y sabiduría.

Libro: La Cultura del Barroco de José Antonio Maravall.
Artículo inspirado en la Lectura del Capítulo 6, elaborado por: Esmeralda D' Enjoy

sábado, 2 de mayo de 2009

Lectura de "La aparición" de John Donne

Este poema que normalmente abre las ediciones de Canciones y sonetos muestra una enorme deuda con poetas como Propercio y Marcial. Sin duda recuerda la aparición de Cintia, con la que crea un juego divertido