domingo, 8 de abril de 2018

Generador de arte desmedido

Barroco. Un movimiento artístico que no muchos aprecian y que pocos entienden; lo consideran, en un sentido básico, exageración: es sobrecargar la obra de una manera abrumadora e incluso desagradable para el lector o espectador.  Sin embargo, dentro de aquel exceso se encuentra una belleza y detalle impresionante; su estilo, pese a tener su apogeo dentro del movimiento, no desapareció e inspiró a miles y miles dentro de la historia universal.

No sólo eso, también existen ápices de su creación, incluso medio siglo antes de que el movimiento naciese. Parece increíble, pero con éstas dos obras se demostrará la influencia temprana y futura del barroco  en el arte universal.


Pieter Aertsen: "La Danza de los Huevos" (La Danse des Oeufs).


La obra de Aertsen nos presenta en un primer plano a una pareja que parece mirar directamente al espectador/pintor mientras otra parece coquetear; en un segundo plano, encontramos “suceso principal” de la obra: un joven bailando descalzo alrededor de un huevo y otros tantos objetos tirados en el suelo; a un lado de él, hombres que siguen sus pasos atentamente; en el último plano, dos mujeres inmersas en su conversación.

El cuadro podía considerarse una escena de la cotidianidad; en realidad, la danza de los huevos es un juego muy popular de la época y Aertsen no es el único en realizar una obra pictórica de dicho entretenimiento; sin embargo, las figuras parecen estar realizando sus acciones en el momento justo en el que el espectador fija su mirada en el lienzo: los personajes transmiten la sensación de movimiento, de que el baile sucede justo frente a nosotros mientras que alrededor del joven suceden otras cosas (personas hablando, coqueteando, tocando la melodía para la danza y los dos personajes que nos observan fijamente, como si hubiésemos interrumpido el momento).  

El cuadro, además, juega con el color, la profundidad y la iluminación, dando la idea de que se está viendo un gran espacio.

Esto es una característica muy barroca: no sólo juega con el espacio, sino también con las situaciones que suceden dentro de la obra; te presenta un suceso cotidiano, pero al mismo tiempo te presenta otros tantos acontecimientos en un gran –pequeño- espacio. Tu mirada se ve obligada a pasearse por el lienzo un par de  veces para entender lo que está sucediendo.

Cualquier persona creería que esta pintura es 100% barroca, pero en realidad fue realizada en el renacimiento. Tal vez, fue uno de los primeros vistazos del mundo a lo que sería una “época” muy fructífera para el arte y la arquitectura y fue realizado 50 años antes de que el barroco se propagara por Europa.


Henry Wallis - “The Death of Chatterton” (1856)


La siguiente obra es de Henry Wallis, pintor del romanticismo, y nos habla de uno de los temas favoritos del barroco: la muerte. La mortalidad parecía una obsesión para cualquier pintor barroco y, además de la representación de sucesos divinos en la cotidianidad, era uno de los temas más recurrentes o solicitados en el arte. La muerte es algo que los artistas supieron aceptar y adorar, no sólo como uno de los misterios más grandes sino también como una fuente de inspiración infinita.

En la pintura no sólo el cadáver hace alegoría a ello –a la muerte-, sino también varios detalles de la habitación: la flor marchita, la vela consumida, papeles rotos en el suelo. El hermoso cuerpo sin vida de Chatterton (un poeta incomprendido) forma una curva que imita la forma del lienzo. Pese a que el cuerpo luce rígido, las telas parecen tener aún un poco de movimiento, al igual que el humo que escapa de la vela recién acabada.

Existe un claro juego con los colores y las sombras, la obra está compuesta por colores oscuros y otros un tanto brillantes, que guían la vista del espectador por toda la obra; trabaja con tres dimensiones: la primera el suelo y la cama, donde está la caja con las cartas, el arma con la que se quitó la vida el joven, el cuerpo del chico y una silla con su chaqueta roja; la segunda la mesa y la ventana, donde encuentras objetos muertos; la tercera es el paisaje de los tejados de Londres, ajenos al suceso dentro de la habitación.

Es esa contraposición entre el movimiento y la rigidez del cuerpo, entre los colores oscuros con los claros y entre el grito desesperado de un alma rota con la indiferencia de una ciudad entera lo que hace esta obra barroca. O al menos, te hace pensar que estuvo influenciada de alguna manera por el movimiento.

Porque el barroco con el pasar de los siglos siguió creando y recreando, se reinventó, creció e inundó cada rincón del mundo. Incluso ahora, en pleno siglo XXI, podemos encontrar obras que son totalmente barrocas. Y es increíble ver como la llama sigue existiendo, como día con día se crean obras inspiradas –incluso sin saberlo- en ese fenómeno artístico que nos abrió las puertas a miles de posibilidades dentro del arte.

Por Daniela Olivo. 

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