sábado, 4 de abril de 2009

EL DISFRAZ, EL TEATRO Y LA CALAVERA

Figuras de la identidad barroca presentes en el texto de José M. González Garcia.

La metáfora expresiva del Barroco visto como teatro del mundo, alude al fenómeno de la apariencia, es decir, condensa la idea de que el hombre actúa en su mundo como parte de su propia representación, llevado por sus contradicciones y angustias, anhelos y sueños de realización y poder. De la inquietud constante en lograr el control de si mismo y la debilidad frente a otros. La ostentación, la política, la guerra, la conquista, confronta al hombre no solo con sus homólogos, sino consigo mismo. Esta idea de poder que lo seduce, le hace aparentar lo que no es, para lograr sus fines burlando tal vez, la buena fe de quien es víctima de sus pretensiones. Ninguno escapa a tal condición humana, pues la humanidad se mueve por los intereses.

El hombres trasgrede las normas sociales establecidas y se burla de lo que le es impuesto, constantemente. El Burlador de Sevilla no es inmune a tales condiciones, este personaje peculiar que encanta a las mujeres de su tiempo, las burla con su apariencia de hombre cortesano y caballero distinguido, si la mujer a quien quería conquistar era noble, se hacia pasar por uno de sus amados y si eran plebeyas les prometía matrimonio y mil cosas mas, incluso riquezas entre otras.

El Don Juan de Tirso Molina, creía que el mundo giraba a su alrededor, que podía estar con todas las mujeres que quisiera sin perder su apreciada honra. Su comportamiento teatral, simula con amables palabras y oculta sus verdaderas intenciones. Estas caracteríticas, lo hacen ser un personaje inmerso en la mentira y la manipulación, para Don Juan no cabe rechazo ni rebelión alguna de sus pretendidas ya que es un verdadero artista de la máscara y su verdadera personalidad queda oculta en el disfraz del seductor y en la ansiedad de conquista que enmascara su verdadero deseo.

Sin embargo es importante resaltar que la ambición desmedida de Don Juan pretende alcanzar también mas participación politica y por lo tanto obtener mas poder, una critica social del mundo cifrado por lo que se tiene, por lo que se ha logrado embaucar, la inteligencia al servicio de las pretensiones personales, dejando atrás la moral, los buenos principios, la buena fe y los valores religiosos. Una sociedad tan presente como la actual carcomida por la falta de valores. Un mundo corrupto, bizarro sin sanciones expeditas, donde sobrevive el que obtenga mas ventaja y al parafrasear al autor Rousset, según cita Maravall, la sociedad sólo ve en la realidad la máscara con que se conquista el mundo. " Sólo mediante el disfraz, el antifaz y la máscara puede llegar a descubrirse a si mismo; que la persona no existe mas que el personaje y que el disfrz es la verdadera realidad. En un mundo de perspectivas engañosas, de ilusiones y de apariencias, es necesario un rodeo por la ficción para dar con la realidad ".

En cuanto a la figura de la calavera podemos referir que lo esfímero de la vida nos recuerda nuestra condición humana y transitoria. La verdadera vida se contempla en el universo paralelo del mas allá y sus misterios. La vida es sólo un soplo del viento, todo lo que nace irremediablemente lleva implícita la muerte. La calavera nos recuerda en forma simbólica la vanidad del hombre y su vida, reflexión que nos hace meditar sobre nuestro paso por el mundo en la cosmovisión barroca. En El Burlador de Sevilla podemos captar esta calavera en el personaje de la estatua quien silente observa a Don Juan en sus delirios vanidosos que aparentan una fortaleza que no tiene. El personaje trata de burlar la realidad de la muerte y lo que esto significa, muerte como un manjar terrible de veneno al asecho. Sin embargo el burlador queda burlado ante tal pretención encontrando por justicia divina la muerte finalmente en manos de Don Gonzalo.

Los conceptos se contraponen en la identidad barroca; vida y muerte, realidad y teatro, amor y desamor, verdad y engaño, promesa y burla. Mundo al revés y retorcido, pinceladas bizarras que como obras de arte despiertan el ojo humano que las ve pasar.

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