miércoles, 20 de octubre de 2010

"Ofelia" de Rimbaud

Como punto de partida de un ejercicio de este blog, les dejo aquí dos traducciones de la "Ophélie" de Rimbaud. No hay que olvidar que este poema es, al menos, 269 años más joven que nuestro príncipe. Las traducciones difieren en varios puntos. Una es más fiel al estilo e incluso algo del descuido y torpeza original; la otra trata de modernizarlo y lo convierte en un poema del siglo XX.  Ambas tienen mérito y es recomendable pasear por ambas. Luego tienen el original en francés. La imagen que acompaña estas líneas es la famosa Ofelia de John Everett Millais, de 1852, dieciocho años anterior a los versos de Rimbaud.
I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos…
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.
Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.
El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.
Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientras ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor…
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.
II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de
 Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente traspuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza –son de árboles y noches.
Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco misterioso, a tus pies se sentó.
Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
–Y el
 terrible Infinito espantó tu ojo azul.
III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.

(Traducción de Javier del Prado. Cátedra)

** 
I
En la onda calma y negra donde duermen
las estrellas, la blanca
Ofelia flota como
un gran lirio, acostada
en sus velos larguísimos muy lentamente flota...
-Se escuchan en los bosques lejanos unos cuernos de caza.
Hace más de mil años que la apenada Ofelia
pasa, fantasma blanco, sobre el largo río negro.
Hace más de mil años que su dulce locura
murmura su romanza a la brisa nocturna.
Besa el viento sus senos y despliega en corola
sus gasas, grandes gasas blandamente mecidas
por las aguas; los sauces
escalofriantes lloran sobre sus hombros, los
cañaverales se reclinan sobre su soñadora frente.
Los ajados nenúfares suspiran
alrededor de ella; ella, a veces, despierta,
de un aliso que duerme,
algún nido del que un aleteo se escapa:
-Un canto misterioso de los astros de oro
cae.
II
¡Oh, pálida Ofelia, bella como la nieve!
Sí, tu moriste, niña, por un río arrastrada.
--Y es que los vientos de las grandes montañas
de Noruega cayendo
te hablaron al oído de la ardua libertad;
érase que una ráfaga,
ondeando tu grandiosa cabellera
llevaba extraños ruidos a tu espíritu
soñador; que escuchaba
tu corazón el canto de la Naturaleza
en las quejas del árbol,
en los suspiros de las noches;
érase que la voz del mar enloquecido,
extertor desmedido, rompía en
tus infantiles senos demasiado humanos
y demasiado dulces;
y érase una mañana
de abril que un caballero
pálido, un pobre loco, se sentó enmudecido en tus rodillas.
Cielo, Amor, Libertad... ¡Qué sueños, pobre loca!
Tú te fundías en él como la nieve al fuego:
tus visiones enormes
estrangulaban tu palabra -y el
Infinito terrible turbó tu azul mirada.
III
Vienes todas las noches -eso dice el Poeta-
bajo los rayos de los astros a
buscar aquellas flores que cogiste;
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
flotar a Ofelia, blanca, como un enorme lirio.
(Traducción de Aníbal Núñez. Visor)
 ***
I
Sur l'onde calme et noire où dorment les étoiles
La blanche Ophélia flotte comme un grand lys,
Flotte très lentement, couchée en ses longs voiles...
- On entend dans les bois lointains des hallalis.
Voici plus de mille ans que la triste Ophélie
Passe, fantôme blanc, sur le long fleuve noir,
Voici plus de mille ans que sa douce folie
Murmure sa romance à la brise du soir.
Le vent baise ses seins et déploie en corolle
Ses grands voiles bercés mollement par les eaux ;
Les saules frissonnants pleurent sur son épaule,
Sur son grand front rêveur s'inclinent les roseaux.
Les nénuphars froissés soupirent autour d'elle ;
Elle éveille parfois, dans un aune qui dort,
Quelque nid, d'où s'échappe un petit frisson d'aile :
- Un chant mystérieux tombe des astres d'or.
II
O pâle Ophélia ! belle comme la neige !
Oui tu mourus, enfant, par un fleuve emporté !
C'est que les vents tombant des grand monts de Norwège
T'avaient parlé tout bas de l'âpre liberté ;
C'est qu'un souffle, tordant ta grande chevelure,
A ton esprit rêveur portait d'étranges bruits ;
Que ton coeur écoutait le chant de la Nature
Dans les plaintes de l'arbre et les soupirs des nuits ;
C'est que la voix des mers folles, immense râle,
Brisait ton sein d'enfant, trop humain et trop doux ;
C'est qu'un matin d'avril, un beau cavalier pâle,
Un pauvre fou, s'assit muet à tes genoux !
Ciel ! Amour ! Liberté ! Quel rêve, ô pauvre Folle !
Tu te fondais à lui comme une neige au feu :
Tes grandes visions étranglaient ta parole
- Et l'Infini terrible effara ton œil bleu !
III
- Et le Poète dit qu'aux rayons des étoiles
Tu viens chercher, la nuit, les fleurs que tu cueillis;
Et qu'il a vu sur l'eau, couchée en ses longs voiles,
La blanche Ophélia flotter, comme un grand lys.

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