Ofelia no encontraba el orden en el mundo; ni las personas ni las palabras ni sus acciones eran lo que parecían ser anteriormente.
Ante esta locura lo único que queda inmutable es la naturaleza, donde Ofelia probablemente se refugió para meditar y reflexionar
su situación, y que después, bruscamente sería su fin.
Hamlet y Ofelia parecían sentir un gran afecto que no pudo concretarse por la locura de Hamlet. En Hamlet, debida a la sed de venganza
de su padre, a la frustación que le producía la relación incestuosa de su madre , el cinismo de su tío y su falso aprecio con respecto al antiguo
rey, no puede seguir manifestando un amor sano a la joven. Ofelia era tan sólo una válvula de escape para su desesperación. No cabe duda del amor de Hamlet hacia Ofelia; su dolor al conocer su muerte, nos evidencia que apesar de los conflictos y sus desprecios, su amor no había cesado. Sus desprestigios hacia ella sólo eran palabras que condicionadas por las circunstancias, salían de sus labios y buscaban herir. La actitud de Hamlet parace decirnos que muchas veces lo que más amamos es lo que más herimos y en lo que descargamos la presión de los problemas.
En el caso de Ofelia, la muerte de Polonio es un gran detonante que produce una decepción en su amor hacia Hamlet. No está bien que una chica ame y tenga una relación amorosa con el asesino de su padre. Su padre muerto y su amado asesino, loco y desligado de ella, es suficiente dolor para quitarse la vida. Sin duda la decisión de Ofelia deja al público asombrado pues no parece una acción de una mujer dulce e inocente amada por todos sus conocidos. Ofelia no parece pertenecer a ese prototipo de personaje suicida por su personalidad dócil y sumisa.
Ambos tuvieron grandes razones para desprenderse del amor a pesar de su profundidad y pasión, los problemas fueron más fuertes que ellos. A esto se refiere Rimbaud cuando dice "Te fundiste en él como nieve en el fuego". Hamlet y Ofelia tuvieron una comunión con sus circunstancias, que no supieron manejar, para dejar el amor de un lado; y en ambos, al parecer, dejaron que lo que los rodeaba tuviera más fuerza que la pasión pretendida.
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