miércoles, 10 de noviembre de 2010

La suave tonada de la locura de Ofelia.


“su suave locura/murmura su tonada en el aire nocturno.”

Arthur Rimbaud

Ofelia era, aparentemente, como cualquier mujer de la época dentro de su inocencia y recato. Ante la adversidad se mostró tan frágil como una mariposa a la que se le atrapa en un puño y de allí que su cordura y entereza, con la muerte del padre en manos del amado deviniera en la desmesura, el quiebre.

El suicidio, que primero fue tristeza y locura, nos lo venía cantando Ofelia; cantaba y cantaba como si la música fuese un hilo que la condujera a otra realidad más grata, sin tantos desniveles. En el poema de Rimbaud ella ahora no sólo es personaje, si no que también es un cuadro lleno de lirios húmedos de tristeza, que viajan por el oscuro e irrevocable cause de la muerte, y también una canción que nos murmura la historia de su suave locura. E insisto en el adjetivo de suave en la locura de Ofelia porque más que grotesca la suya fue una locura que se la fue llevando poco a poco de este mundo, levemente. Además (y para mí es este el elemento barroco en ella) en su locura Ofelia dice mucho más de lo que llegó a decir estando cuerda. Tiene opiniones lúcidas mientras va cantando un dolor que no usa como instrumento, como móvil de venganza, a diferencia de Hamlet, a quien el deseo de venganza lo lleva a una ciega locura; ella se con-duele, y nos conmueve, como a Laertes, al ver cómo se lleva con ella su pena río abajo.

Dca2

“ y un canto, en oros, cae del cielo misterioso”

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