Para la sociedad inglesa del siglo XVII el papel de la mujer se limitaba a la maternidad, las labores domésticas y a cumplir cabalmente con los rígidos dogmas del cristianismo. Dentro de este contexto Ofelia se nos muestra como un personaje donde sus decisiones son tomadas por sus parientes. Ella se limita a cumplir con las normas y ordenes impuestas y no manifiesta ninguna intención de librarse del yugo social y familiar.
En consecuencia, resulta paradójico que la única decisión que tomó en su vida haya sido la de suicidarse, especialmente considerando que esta acción era el pecado más atroz que pudiera cometer un católico. Entonces, la locura que se le atribuye sirve como excusa para explicar que una joven virginal decida, en un acto de rebeldía inusual para la época, revelarse en contra de la prisión donde habían encerrado su condición de ser humano.
En el poema “Ophélie” Rimbaud destaca que “…Ofelia flota como un gran lirio, flota tan lentamente recostada en sus velos…” lo que no es más que el reflejo de la decisión de morar eternamente en el río como un emblema de libertad, de expiación del dolor y redención.
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