Federico García Lorca
Alba
El poema se antoja barroco desde su primera instancia: el título Alba; el alba es el momento del día en que surge la sombra, en que la luz empieza a fundirse con la oscuridad y el ojo es engañado por los juegos burlones del sol que se esconde.
Las imágenes recurrentes del poema son precisamente las que aluden a la luz y a la falta de ella alternativamente, con evidente triunfo de la oscuridad, el último verso es la evidencia más clara de ello: “como una estrella apagada” contrapuesto a la “tarde clara” del antepenúltimo verso.
Además del claroscuro, el poema se nutre de otras imágenes típicamente barrocas como el ojo que no ve “la tristeza sin ojos” y los “ojos muertos” que avivan el tono lúgubre de la pieza. Finalmente la noche como tumba, es decir, la imagen de la muerte ligada a la oscuridad y a la pérdida a que se refiere el poeta a lo largo de todos los versos, completa el carácter barroco de la melancólica composición poética.
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