Recuerda, al menos, que te lo he prohibido;
No es que vaya a resarcirme de mi inmenso derroche
De palabras y sangre por tu llanto y suspiros
Siendo contigo como tú fuiste para mí;
Pero como tal goce consume nuestra vida
Que, al menos que tu amor se frustre con mi muerte,
Si me amas, cuídate de amarme.
Cuídate de odiarme,
O de triunfar con exceso en la victoria.
No es que quiera ser yo mi propia autoridad,
Y devolver odio por odio;
Más tú perderás tu título de conquistador
Si yo, tu conquista, perezco por tu odio.
Para que, al ser yo nada, no te disminuya mi muerte
Si me odias, cuídate de odiarme.
No obstante, ámame y ódiame también,
Y así tales extremos se podrán anular.
Ámame, para que pueda morir de la manera más dulce;
Ódiame, pues tú amor es para mí excesivo;
O deja que ambos se marchiten, y no yo ;
Así, yo, vivo, seré tu escenario, no tu triunfo;
No sea así que destroces tu amor, tu odio y a mí mismo,
Para dejarme vivir, oh, ámame y ódiame también.
Este poema juega con los polos opuestos, aunque se diga que entre el amor y el odio hay una delgada línea; siguen siendo entre ellos conceptos que se oponen, Donne, los mezcla, los une en versos, advirtiendo a la mujer de que forje en ella ambos sentimientos, para que, al final indique que su vida seguirá si ella, al mismo tiempo lo ama y lo odia; Es un juego irónico estructurado en hermosos versos, su ser barroco encierra esa ironía de contraponer conceptos que nos son distintos y unirlos en una dulce ironía, haciéndonos ver que, en cada humano, en cada persona, existe más de un sentimiento, quitando, de alguna forma, esa máscara que dice que en lo humano sólo existe "lo bueno" o "lo malo", sino que en todos existen toda clase de sentimientos e, incluso, pueden ser dos contradictorios hacia un mismo individuo.
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