domingo, 23 de enero de 2011

"El sueño" - John Donne

Amor mío, por nada menos que por ti
Habría de romper este sueño feliz.
Era un tema
Para la razón, demasiado fuerte para la fantasía.
Por ello, muy sabiamente me despiertas. Sin embargo
No rompiste mi sueño, sino lo continuaste;
Eres tan verdadera, que el solo pensamiento de ti es suficiente
Para hacer los sueños realidad, a las fábulas historia;
Entra en estos brazos, pues y ya que crees mejor
No soñar todo mi sueño, obremos lo que falta.

Como relámpago, o como la luz de candela
Tus ojos y no tu ruido me despierta;
Sin embargo, te imaginé.
(Porque amas la verdad) un Ángel, a primera vista;
Mas cuando vi que mirabas mi corazón
Y conocías mis pensamientos mejor que con el arte de un ángel.
Cuando supiste lo que soñaba, cuando supiste en qué momento
El exceso de gozo habría de despertarme, y viniste entonces,
Debo confesar que no pudo sino ser
Blasfemo y te imaginé cualquier cosa menos tú.

El venir y quedarte te mostró
Pero el levantarme me hace dudar; y ahora
Tú no eres tú.
El amor es débil cuando el temor es tan fuerte como él;
No es sólo espíritu puro y esforzado
Si contiene temor, vergüenza, honor.

Así como antorchas que prontas han de estar,
Que los hombres encienden y apagan, así me tratas:
Tú viniste a encenderla, te vas para volver; entonces
Soñaré otra vez esa esperanza, pues de otro modo moriría.


Comentario

La cultura barroca nos empuja hacia una doble articulación de la existencia: la realidad y el sueño. Podemos decir que a través de la experiencia onírica se sostienen algunas impresiones que envuelven el trasfondo íntimo de lo humano. El sueño, en este sentido, ofrece un orden dentro de lo irracional. John Donne en su poema “El sueño” dice:

No rompiste mi sueño, sino lo continuaste;
Eres tan verdadera, que el solo pensamiento de ti es suficiente
Para hacer los sueños realidad, a las fábulas historia.


La vinculación entre estos dos mundos está presente en el poema y transmite cierto desengaño, cierta ausencia y necesidad de extender un sueño. Pero al mismo tiempo estar consciente de que esa vivencia es tan trascendete como para convertirse en realidad. Saber el engaño es tener conciencia de que hay una diferencia entre estos dos mundos y de esta forma inicia un juego que constantemente atrae estos dos polos en el barroco. Un movimiento vertical que empuja igualmente hacia los dos lados. Es por ello que el teatro como espejo fue una motivación tan intensa para la cultura barroca.

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