Significase la propia brevedad de la vida, sin pensar y con padecer, salteada de la muerte:
"¡Fue sueño ayer; mañana será tierra!
¡Poco antes, nada; y poco después, humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento,
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
cavan en mi vivir mi monumento.”
Gran poema donde Francisco de Quevedo hace una reflexión sobre el sentido de la vida, el combate contra la muerte y el paso del tiempo. Con un uso especial de la lengua y con muchos recursos expresivos este autor nos muestra elementos que podemos identificar como típicamente barrocos.
“Fue sueño ayer, mañana será tierra (…)” así inicia este soneto, que nos presenta a un hombre desilusionado e impotente por su propia conciencia de fragilidad ante la verdadera y triste realidad que lo rodea. Un pensamiento muy característico de un período lleno de desencanto y frustración, donde todo se centra en la fugacidad del tiempo y en esa cercanía que existe entre el comienzo y el final del camino.
Quevedo a través de sus versos nos muestra una necesidad de adelantarse a la muerte, de quitarle el sentido a la vida, que combinado con una serie de metáforas embellecedoras, hacen a este poema un excelente ejemplo de lo que es propiamente barroco. Nos refleja una visión pesimista, aunque de alguna manera muy realista, que nos hace ver la vida desde otra perspectiva. Como lo expresa el propio poema: “Breve combate de importuna guerra (…)” la vida es una guerra, donde el ser lucha y se resiste día a día, aunque al final del camino la muerte siempre salga victoriosa.
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