miércoles, 19 de enero de 2011

DIÁLOGO ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO

Alma ¡Oh! ¿Quién podrá levantar, desde esta celda,
Un alma esclavizada en tantos modos?
Con grilletes de huesos que aprisionan los pies;
Y esposas en las manos.
Aquí cegada con un ojo, y allí
Ensordecida con el tamborileo de un oído.
Un alma suspendida, cual si fuera en cadenas
De nervios, de arterias y de venas.
Torturada, junto con otras partes,
En una vana cabeza y un falso corazón.

Cuerpo ¡Oh! ¿Quién habrá de liberarme totalmente
De los lazos de esta tiránica Alma?
Que tan rectamente me impele
Que voy hacia mi propio precipicio;
Y da calor y agita esta estructura que nada necesita;
(La Fiebre haría lo mismo)
Y buscando dónde volcar su despecho
Vida me dio para dejar que muera.
Un cuerpo que jamás descansar pudo
Ya que este malo Espíritu lo posee.

Alma ¿Qué magia podría confinarme
A languidecer en la pena de otro?
Donde lo que se lamenta
No puede hacer oír su queja.
Y todos mis cuidados él dispone
Para salvar lo que a mí me destruye:
Constreñida no solo a soportar
Enfermedades, sino lo que es peor, la cura.
Y a menudo, pronta a ganar el puerto,
Naufrago en la salud de nuevo

Cuerpo. Pero la Medicina jamás podría alcanzar
Esas dolencias que me enseñas;
Tú, que primero atormentas
Con el calambre de la esperanza,
Y luego el paralítico estremecimiento del temor.
Agrávase la peste del amor
O devora la ulcera del escondido odio.
Aturde la gozosa locura de la alegría
O aqueja otra locura de la pena.
Lo que el conocimiento me fuerza a conocer;
Y a lo que la Memoria jamás renunciaría;
¿Quién tendría este ingenio sino un Alma
Para edificarme tan apto al pecado?
Igual los arquitectos cuadran
Los verdes árboles que en el bosque crecieron.

Tomado de Los poetas metafísicos ingleses del siglo XVII (El Perro y la Rana, Poesía del Mundo, 2007). Traducción de Enrique Caracciolo Trejo.


A DIALOGUE BETWEEN THE SOUL AND THE BODY

Soul. O, WHO shall from this dungeon raise
A soul enslaved so many ways ?
With bolts of bones, that fettered stands
In feet, and manacled in hands ;
Here blinded with an eye, and there
Deaf with the drumming of an ear ;
A soul hung up, as 'twere, in chains
Of nerves, and arteries, and veins ;
Tortured, besides each other part,
In a vain head, and double heart ?

Body. O, who shall me deliver whole,
From bonds of this tyrannic soul ?
Which, stretched upright, impales me so
That mine own precipice I go ;
And warms and moves this needless frame,
(A fever could but do the same),
And, wanting where its spite to try,
Has made me live to let me die
A body that could never rest,
Since this ill spirit it possessed.

Soul. What magic could me thus confine
Within another's grief to pine ?
Where, whatsoever it complain,
I feel, that cannot feel, the pain ;
And all my care itself employs,
That to preserve which me destroys ;
Constrained not only to endure
Diseases, but, what's worse, the cure ;
And, ready oft the port to gain,
Am shipwrecked into health again.

Body. But Physic yet could never reach
The maladies thou me dost teach ;
Whom first the cramp of hope does tear,
And then the palsy shakes of fear ;
The pestilence of love does heat,
Or hatred's hidden ulcer eat ;
Joy's cheerful madness does perplex,
Or sorrow's other madness vex ;
Which knowledge forces me to know,
And memory will not forego ;
What but a soul could have the wit
To build me up for sin so fit ?
So architects do square and hew
Green trees that in the forest grew.

Diálogo entre el cuerpo y el alma de Andrew Marvell es un poema que demuestra su esencia barroca en el juego con las dualidades entre lo visible y lo invisible. El alma juega a la corporeidad, se degrada en la angustia del encierro. Su discurso refleja la imperante zozobra del hombre barroco, un hombre en conflicto con su espiritualidad. Se nos muestra que hay un quiebre, una separación: el ser humano ha perdido la comunión entre sus partes y ahora ve en ellas dos opuestos. El espíritu barroco empapa este discurso a través de sus oposiciones y contrastes: “El alma cegada con un ojo, y allí ensordecida con el tamborileo de un oído”. El cuerpo es tortura para el alma casi tanto como al hombre mismo. El cuerpo una vez más esta presente como algo mórbido. Solo la muerte librará al Alma de su enfermedad.


La imagen del alma suspendida entre nervios, arterias y venas recuerda la obra de Rembrandt: Lección de Anatomía del Dr. Tulp”; se dice que una de las finalidades de estas lecciones era demostrar la sabiduría de Dios por medio de la construcción del cuerpo. El hombre barroco estaba intrigado por ello y volcaba su mirada hacia él, lo único visible. En el poema de Marvell el cuerpo también es objeto de interés y tiene voz propia. Tras ser convertido en objeto de cansancio, se hace escuchar: se siente poseído y empujado hacia el precipio de la muerte. Se siente aquejado por dolencias que la medicina sería incapaz de curar, los tormentos del alma son angustia presente en el pensamiento del hombre barroco. El Cuerpo se ve fatigado por la enfermedad del Alma


El diálogo del Alma es a su vez un diálogo oscuro y a veces hermético, los recovecos del barroco están presentes en él. Hay algo oculto detrás de las palabras, algo que el hombre barroco está obligado a desenmarañar. Las ambigüedades del poema parecen dirigirnos hacia un camino donde todo paso es en falso: “I feel, that cannot feel, the pain”. El Alma habla del Cuerpo como si fuese cuerpo, y el Cuerpo habla del Alma como si fuese alma. Ambos son caras de un mismo espejo, uno se ve reflejado en el otro. Lo que se es y lo que se aparenta ser vuelven a confundirse en sus conversaciones.


Otro aspecto en el que se hace presente el espíritu barroco en este poema es la sonoridad de las palabras en su lengua original. Ya percibimos en ellas algo de laberíntico, es fácil perderse en los pasillos de la construcción del discurso. Sin embargo, esto no es lo mas impresionante. Marvell cierra su poema con una metáfora impresionante, que parece desconectada del discurso, que aviva nuestra intriga: “So architects do square and hew, Green trees that in the forest grew”. Y nos deja así, absolutamente desconcertados, casi tan perdidos y desorientados como el hombre de su época.


Geraldine Gutiérrez.


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